por Antonio Pozzi
Llegaron aquí con sus relucientes corazas, desde el otro lado del mar a conquistar, a colonizar tierras que no les pertenecían. Traían consigo enfermedades raras y artefactos más raros, incluso, para los nativos.
Los incas y los mayas tenían vastos conocimientos en matemáticas, física, ingeniería, astronomía y astrología. Pero los europeos tenían la pólvora, que no conoce ni de razas ni de piedad.
Los nativos opusieron una valiente resistencia, pero ellos, sedientos de riquezas y gloria los masacraron con fuego y la voluntad de Dios. Les esclavizaron, robaron, violaron y asesinaron. Les quitaron sus creencias religiosas, y las reemplazaron con un Dios extranjero, incluso más sanguinario que los suyos. Ellos les dieron la Biblia pero se quedaron con sus tierras para que ellos las trabajaran para su consumo.
Sometieron a una raza entera bajo el yugo opresor de Imperios de ultramar ¿Qué sería de América hoy, si este encuentro de civilizaciones no se hubiera producido?
América es un pueblo vapuleado, esclavizado por gentes de fuera. Es un pueblo sumido en la tristeza y en la pobreza, azotado por las Dictaduras más sangrientas, por el Imperialismo capitalista de potencias blancas. E incluso por el calor del desierto, que castiga lomos trabajadores, y la lluvia de la selva que empapa ropas humildes y pieles cansadas, pero curtidas en mil batallas. Aquí se lucha por lo que es de uno y por lo que es de los otros, pues esta tierra se sostiene sobre los lomos de su gente, que aún se ve incapaz, desde el 12 Octubre de 1492, de gritar libertad.