por Antonio Pozzi
Es un gran problema tener una hermana feminista que te lleve la contraria en todas las discusiones sobre absolutamente cualquier cosa, y encima te diga «machista de porquería». Son las malas enseñanzas de la madre, seguro, otra feminista, pero más discreta. Y lo peor de todo es que la nena tiene 11 años, y es como una pequeña Mussolini. Como toda feminista. Toda mujer, feminista o no, tiene en su interior una actitud autoritaria y manipuladora. Es un comentario machista, obvio, pero no deja de ser verdad. Y si no pregúntenle a todos los esposos pollerudos habidos y por haber que se dejan manipular por sus respectivas esposas. Seguimos con el machismo, pero también con la verdad que a veces puede ser tan amarga como la hiel. Ahora, no se pueden quejar las mujeres. Su avance en la sociedad es impresionante. Tanto es así que hoy vivimos en un mundo regido por mujeres. Son el sexo fuerte, nadie lo niega. Y lo peor es que son ambiciosas. Lo que quieren lo agarran.
No soy muy fanático de las feministas (principalmente porque siempre me ganan las discusiones y si no las ganan me pegan), pero si acordamos en esto. Los hombres somos estúpidos, y como diría George Carlin, estamos muy preocupados por si los otros tipos la tienen «más grande» que nosotros, y por ello vamos a la guerra. Quizás es por eso que las mujeres son el sexo fuerte. Son infinitamente más inteligentes que nosotros, y han logrado en 150 años lo que el hombre en 2000. Obviamente les queda mucho por lo que pelear. En Arabia y en casi todos los países de Medio Oriente, las mujeres no tienen derechos, no pueden trabajar, no pueden estudiar. En todos lados las tasas de femicidio son enormes. La mujer sigue siendo maltratada, la violencia de género está por todos lados. Les queda mucho por lo que luchar.
De todas maneras, yo creo, que la mujer de varias maneras ha perdido un poco de terreno en los últimos veinte años. Han perdido cosas como el pudor, por ejemplo. Hay tantas jóvenes y señoras incluso, que se visten de una manera no solo horrible pero sino también provocativa. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que hay algunas que se visten con estas polleritas tan de moda (que no les tapan ni la ropa interior) pero siguen manteniendo los modales de una dama. Pero las que no mantienen los modales son groseras y tienen toda la intención de provocar a los babosos que pueda haber en una fiesta, por ejemplo. Las mujeres pueden vestirse como ellas quieran, pero a dónde fue la imagen de la dama, de señorita, amable, de buenos modales. Si no se comportan como damas no se las puede tratar como tales. Y así terminan relegándose a ellas mismas a simples provocadoras que en sí no merecen el respeto que sí merece una dama. Y es por eso que los hombres las tratan de «mamita» o les preguntan «¿cuánto cobras querida?», confundiéndolas con simples prostitutas. Entonces en eso han perdido terreno, las mujeres han comenzado a dejar que los hombres sean machistas y unos babosos de cuarta. Están dejando que los hombres las vuelvan a tratar como objetos. Y ahí la mujer está perdiendo. Ha logrado cosas importantísimas como el voto, la libertad para trabajar en donde ellas quieran, la libertad para vestirse como ellas quieran, han logrado que no se las vea como mujeres tontas e indefensas. Ya no son el sexo débil. Pero de todas maneras en los últimos años han perdido el pudor, los modales, y los hombres han vuelto a considerarlas objetos. Tantos logros para volver al comienzo de los tiempos. ¿Por qué se ponen en juego su dignidad, su honor? Las mujeres, en especial las de esta generación, son mujeres fuertes, decididas, listas para el próximo desafío. Y de todas maneras la gran mayoría se deja o se ha dejado tratar como si fueran juguetes. Obviamente no todas. Algunas todavía siguen siendo damas dignas de respetar.
Les quedan un montón de cosas por lograr, su lucha no ha terminado y nunca ha de terminar.